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Factores que limitan la libertad de prensa

6 de febrero de 2015

Siete heridas del periodismo

Mientras decenas de medios de comunicación echan el cierre empujados por la dimensión de la crisis, se producen enormes transformaciones en la profesión periodística. Con ellas vienen también, sin embargo, presiones que afectan a la libertad de prensa y, por tanto, a un derecho tan básico como el acceso a la información.


Siete heridas del periodismo
Portada de Cuadernos de Periodistas / APM 2014  

En una reciente portada de la Revista de la Asociación de la Prensa de Madrid se muestra una diana llena de flechas y unos cuantos periodistas haciendo de blanco perfecto. El título, “El periodismo en la diana”, no deja lugar a dudas: las enormes transformaciones que esta profesión está viviendo desde hace unos años y las presiones que el sector sufre desde distintos ámbitos, están poniendo en peligro (una vez más) el oficio del periodismo. Y con ello, lógicamente, no solo pasa a estar en juego la libertad de prensa, sino también uno de nuestros derechos básicos, el acceso a la información.

En este artículo recopilamos algunos de los factores que dificultan el oficio periodístico y que ponen en peligro la posibilidad de que cada día nos enteremos de lo que pasa:

1. Déficit de independencia económica

Aunque este es un factor casi intrínseco a la profesión periodística (siempre fue difícil mantener económicamente un medio de comunicación) estamos viviendo una etapa especialmente delicada.

La Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), ante el panorama de despidos y cierres, se ha decidido a formar un Observatorio de la Crisis, cuyos datos son rotundos: el balance deja unos 100 medios cerrados desde el inicio de la crisis en 2008 y el despido de unos 12.000 profesionales. En estos siete años, por ejemplo, hemos visto el final de diarios en papel como Público, ADN, Metro (Internacional), Qué!, La Gaceta, y varias docenas de periódicos regionales.

Por un lado, la crisis económica ha complicado la viabilidad de muchos proyectos y, por otro, ha sido el escenario de recortes importantes en el sector: según el Informe anual de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), un 70’6% de los periodistas habría sufrido cambios en sus condiciones de trabajo. De estos, casi la mitad asegura tener menos tiempo para realizar correctamente su trabajo y que la inestabilidad de su puesto es constante.

Según la Encuesta de Población Activa del INE, aunque en 2014 había trabajando en el sector 119.000 personas licenciadas en C.C. de la Información, la tasa de paro de los licenciados en esa rama es una de las más altas (del 22,3%). Con todo, los últimos datos del paro de 2014, hacían albergar algunas esperanzas, pero básicamente en los profesionales autónomos y pequeños medios en Internet.

2. Dependencia de los ingresos publicitarios

Aunque no deja de ser un problema ligado con el apartado anterior, la servidumbre de los medios de comunicación hacia la publicidad ha tomado dimensiones que merecen un punto aparte.

Hace unas semanas pudimos comprobar al acercarnos a un kiosco de prensa, que las portadas de los principales periódicos habían sido sustituídas por un anuncio publicitario del Banco Santander: El País, ABC, El Mundo, La Razón, 20Minutos... todos habían accedido a algo tan simbólico como convertir la portada de su diario en una muestra de fuerza de la entidad bancaria, algo que provoca inevitables preguntas sobre la autonomía de los grandes medios de comunicación.

La publicidad, aquel viejo intervalo entre los contenidos de los medios de comunicación, ha pasado a ser un contenido central sobre el que, incluso en algunos casos, giran todos los demás. Pero la publicidad no solo hace económicamente viables a algunos medios de comunicación, sino que también participa en el medio comunicando: los anunciantes utilizan la publicidad para estimular la venta de sus productos, lo cual supone ofrecer una visión interesada de la realidad, de la cual los medios de comunicación son en parte responsables. Además, a cambio de la financiación, la publicidad impone en ocasiones ataduras más directas: el Informe anual de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) señala que detrás del 17% de los casos de periodistas que afirman haber recibido alguna presión para modificar el contenido o la orientación de alguna información están las empresas anunciantes.

Sin embargo, el aspecto más peligroso del noviazgo entre el periodismo y la publicidad tiene que ver justamente con su indistinguible combinación: el emplazamiento de producto en informativos, los publireportajes ocultos o el uso comercial de periodistas consagrados, son fuentes de financiación cada día más frecuentes, pero ponen en duda la independencia de la función periodística. Lo último en esa línea es el denominado "periodismo de marca", que se materializa en medios informativos creados por empresas y que gestionan agencias especializadas.

3. Sumisión a intereses de grandes grupos económicos

En relación con los dos puntos anteriores, hay otros peligros que persiguen a los medios de comunicación, como su pertenencia a grupos empresariales de cada vez mayores dimensiones y ambiciones. Carmen del Riego, Presidenta de la APM, señala que las presiones que actualmente sufren los periodistas ya no tiene que ver tanto con los editores del medio, “que cada vez quedan menos, sino con los bancos, grandes empresas o los lectores que contribuyen al sostenimiento de las empresas periodísticas. A todos ellos no les gusta oír determinadas cosas, quieren leer otras, y nosotros, los periodistas, acabamos dándoselas, porque en el fondo es más fácil. Y no puede ser así, puesto que tenemos la obligación de contarles la verdad, aunque no les guste.” [1].

Y es que los medios de comunicación mayoritarios han terminado entrando en las dinámicas de compras, fusiones y absorciones en las que se mueven el resto de las grandes empresas, así que la concentración del sector en unos cuantos grupos de comunicación ha sido creciente.

Basta echar un vistazo a estos recursos que describen la propiedad de los medios de comunicación para obtener una perspectiva de conjunto:
- Gráfico "Los dueños de la información en España (diciembre de 2012)" de Elordenmundial.com
- Mapa de los medios de Ymedia (de enero de 2014)
- Propiedad bancaria de los medios de comunicación. La Revista Mongolia publicó un interesante mapa donde se muestra cómo los bancos han ido, aprovechando la crisis, tomando posiciones en la propiedad de los medios de comunicación. Este es un resumen en formato artículo

4. Subordinación a intereses políticos

Aunque por lo general los medios de comunicación siempre han desarrollado algún papel en la legitimación de partidos o ideologías políticas, parece que vivimos también una nueva etapa en este aspecto.

Por un lado, la organización del sector mediático en unos cuantos grandes entramados empresariales ha terminado por indicarnos a los espectadores que cada periódico, canal de televisión o emisora de radio cumple un papel específico en el panorama político. Por otro, explica Bernardo Díaz, algunos medios públicos de comunicación han ejercido de escandalosas maquinarias propagandísticas, como mostrarían las tres décadas de historia de las cadenas autonómicas de televisión. Este modelo ha resultado un gran disparate y no sólo por sus desmanes económicos: la ciudadanía hemos pagado de nuestro bolsillo el autobombo del gobierno local de turno.

Pero además, los distintos gobiernos cuentan con otras herramientas de manipulación, como la publicidad institucional. Esta publicidad, que las administraciones públicas reparten, asciende en varios cientos de millones de euros anuales, según se deduce de cotejar los informes de la Comisión de Publicidad y Comunicación Institucional con estudios de inversión publicitaria como Infoadex. En 2007, bajo el espejismo del ladrillo, el presupuesto en publicidad de las empresas e instituciones públicas, Gobierno, Ministerios, Comunidades Autónomas y demás organismos, sobrepasó holgadamente los 500 millones de euros. Tan sólo la Comunidad de Madrid se llegó a gastar 23 millones aquel año, por encima del presupuesto publicitario del Banco Santander, BBVA, Microsoft, Mc Donnalds o SONY. ¿Y como se reparte esta publicidad? Arsenio Escolar, director de 20minutos y presidente de la Asociación Española de Editoriales de Publicaciones Periódicas (AEEPP), lo aclara: “la publicidad institucional se planifica en demasiados casos con poca transparencia, escaso respeto a las normas legales y abundante sesgo ideológico”, dice Escolar. Hasta el Tribunal de Cuentas, en un informe sobre contratos de 2005 a 2007, avisaba del uso de la publicidad de las administraciones locales como “planes estrategicos de persuasión política” que “pretenden inducir al ciudadano hacia una determinada opción política”.

Pero también al contrario. Ante el papel crítico que los medios pueden ejercer, la política institucional se defiende con propuestas tipo “Ley mordaza”: “Dos proyectos de ley en tramitación parlamentaria -el de reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial y el de Seguridad Ciudadana- y otro en cartera -el de la Ley de Enjuiciamiento Criminal- plantean serias amenazas a los derechos a la libertad de expresión y a la información”, explica Nemesio Rodríguez de la APM [2]. Resumen de cómo afecta la "ley mordaza" a los derechos de los periodistas, según el portal Media.cat.

En algunos casos, las mordazas a la prensa son incluso sinónimo de asesinatos impúnes: Reporteros Sin Fronteras habla de 66 periodistas asesinados y 178 encarcelados en 2014.

5. La crisis del papel

El crecimiento del mundo digital ha puesto en crisis los modelos clásicos de periodismo impreso. Esto no tiene por qué ser del todo malo (también se han abierto otras puertas), pero es un factor clave para entender algunos de los problemas que atosigan a los medios de comunicación. Martin Hilbert, investigador de la University of Southern California, calcula que en el año 2000 solo el 25% de la información estaba en formato digital [3]. En 2007, sin embargo, el proceso se habría invertido y la información analógica almacenada en libros, revistas, cintas de música, vídeo cassettes... ya solo suponía un 7% del total. Y el ritmo de crecimiento del mundo digital es imparable: Google procesa 24 petabytes diarios, 1000 veces la cantidad de información alojada en la Biblioteca del Congreso de los EEUU; cada hora se suben a Facebook 10 millones de fotos nuevas y cada día se escriben más de 400 millones de tuits... Según investigadores de la Universidad de California en Berkeley, cada dos días se produce tanta información digital como todas las conversaciones que han tenido lugar en este planeta a lo largo de toda la Historia [4].

Un estudio de la consultora IDC [5] predice que toda la información de la que hoy disponemos se multiplicará por cuatro en tan solo cinco años:

PREVISIÓN DE DATOS DIGITALES ALMACENADOS
EN EXABYTES /// FUENTE: IDC 2014

Esto, lógicamente, tiene implicaciones en un periodismo que todavía mantiene como referencia el papel. Según datos de la American Newspaper Association, EEUU contaba en 2004 con 1.457 periódicos y una difusión de 54 millones de ejemplares en días laborables. En 2011, apenas 7 años después, las ventas de diarios habían caído en más de 20 millones de ejemplares. En España, los diarios impresos habrían perdido 2,5 millones de lectores diarios en la última década.

Miguel Ormaetxea recoge, como muestra del final del periódico impreso, esta gráfica: “las enseñanzas” del Financial Times. Las ventas de la versión impresa del periódico estadounidense han caído en estos últimos quince años de forma vertiginosa. “Y en España aún tenemos tres diarios económicos que entre los tres venden poco más de 28.000 ejemplares en papel para un país de 47 millones de habitantes. Rizamos el rizo del absurdo”, dice Ormaetxea.

Pero es evidente que la información digital está ocupando ese hueco: un 49% de la población se informa ya en medios digitales (mientras que un 47% lo haría todavía en diarios impresos), según el Informe anual de la APM.

Sin embargo, aunque la información consiga abaratar los costes de los proyectos, no resuelve del todo los problemas de financiación: ¿cómo pagar sueldos en medios digitales que ofrecen la información de forma gratuita? Los propios periodistas se preguntan por la viabilidad de un modelo que no distingue ingresos claros: “Hacia donde vamos en un mundo en el que los ciudadanos se han acostumbrado a que la información es gratis y los editores, cada día más importantes y menos habituales, tienen menos dinero para hacer lo que debemos hacer: periodismo”, dice Del Riego [6].

También en el entorno digital surgen nuevos problemas a tener en cuenta. Por ejemplo, una investigación de Suárez Villegas, profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla, sobre periodistas digitales de tres países de la UE (Bélgica, España e Italia), señala las presiones que éstos consideran más habituales en su profesión: "reescribir una información para conseguir más tráfico o visitas" u "obligarles a dedicar demasiado tiempo a resolver aspectos técnicos en detrimento de la investigación periodística".

6. La deslegitimación del periodista profesional en el entorno 2.0

El 25 de diciembre de 2006 la revista TIME elegía como el personaje más influyente del año a los internautas y las internautas: "Si, tú. Tú controlas la Era de la Información. Bienvenido a tu mundo", decía la revista. Los blogs, las redes sociales, el usuario 2.0 parecen ser el nuevo protagonista de la información.

El entorno digital no sólo ha posibilitado un crecimiento enorme de la información disponible, sino además, un nuevo enfoque de propio modelo comunicativo y del papel que en él tiene la interacción. El paradigma de la comunicación digital elimina la concepción vertical en la que se basa el periodismo clásico:


Autor = Obra <-> Usuario

A otra más horizontal:

Autor + Usuario + Usuario + … = Obra

Supone, por tanto, orientar el foco hacia el usuario, que ahora pide intervenir. Aquí el lector se convierte en creador de opinión, algo muy limitado en la prensa escrita: en los medios digitales “las noticias son producidas por gente normal que tiene algo que decir y mostrar. Ya no son sólo difundidas por los medios oficiales que han decidido tradicionalmente cómo será el primer esbozo de la historia. Ahora el primer borrador de la historia lo escribe la antigua audiencia”, dice el bloguero Dan Gillmor. “El público se ha lanzado a la conquista de los medios. Ya nadie quiere ser informado y callar. Muchos quieren hablar, difundir su propia información, y algunos lo hacen con especial destreza. El periodismo profesional se siente amenazado y no es para menos”, dice la Wikipedia al hablar del periodista ciudadano.

La periodista Delia Rodriguez, sin embargo, habla del otro lado de este fenómeno, el que afecta al periodista profesional que trabaja en un medio digital abierto a la participación del internauta 2.0: “Cada bloguero conoce el vaivén emocional que supone hacer scroll y leer las opiniones ajenas sobre algo tan íntimo como las palabras que has escrito, pero, de entre todos los oficios del mundo, resulta que solo el periodista está obligado a someterse a ello como parte de su rutina diaria” [7].

7. La falta de rigor periodístico

Con todo, el periodismo ciudadano y el periodismo 2.0 también plantean otros problemas. En un estudio titulado “McDonalización del Periodismo y dependencia de las fuentes en los medios digitales”, los investigadores Guillermo López, Manuel de la Fuente y Francisco Álvarez hacen un seguimiento de tres noticias a través de Internet. Concluían que, aunque Internet multiplica el número de publicaciones, los nuevos medios tienden “a acomodarse en una mera asunción, e incluso reproducción, de las informaciones emanadas desde las agencias y fuentes institucionales”.

Hay cientos de ejemplos de noticias falsas transmitidas en Internet por medios de comunicación de lo más respetable. Por ejemplo, el curioso bulo de las 28 millones de parejas separadas por WhatsApp, cuya historia cuenta Antonio Delgado en Eldiario.es. López y sus compañeros argumentan que en el periodismo ciudadano “prima la velocidad de transmisión de datos sobre su valor cualitativo, donde se confunde la buena información con su abundancia, y donde la estandarización del producto (del producto informativo, en este caso) depende cada vez en mayor medida de la fuente de las informaciones, es decir, de las agencias”.

En la misma línea va el análisis que hace Isabel Suárez García en un Informe de HEGOA [8]: ’En los últimos tiempos nuevas herramientas han revolucionado el mundo de la comunicación, pero resulta cuanto menos paradójico que en la tan preconizada era de la información y la aldea global, de las nuevas tecnologías e Internet, la sociedad esté cada vez más superficialmente informada”, dice Suárez.

Pero esto no solo ocurre en el campo del periodismo amateur. Para los periodistas profesionales, el sensacionalismo y el periodismo como espectáculo son la principal causa de la opinión negativa sobre los propios periodistas, como indica este gráfico:

Carmen del Riego habla incluso de “prácticas diarias" y "aceptadas por casi todos" entre los propios periodistas: “Los problemas que nos amenazan no son solo externos. También están nuestras malas prácticas la dejación, el sectarismo y, por lo tanto, la manipulación o, por lo menos, la falta de profesionalidad” [9]

Isidro Jiménez Gómez    El Salmón Contracorriente

Notas

[1Cuadernos de Periodistas Nº 29, Carta a los lectores

[2Cuadernos de Periodistas nº28, junio 2014

[3Artículo con algunas de las teorías de Hilbert: http://www.martinhilbert.net/Hilbert_Significance_pre-publish.pdf

[5Estudio anual ’Digital Universe’ de IDC, patrocinado por MEC. Versión de 2014 en http://www.emc.com/collateral/analyst-reports/idc-digital-universe-2014.pdf

[6Cuadernos de Periodistas Nº29, Carta a los lectores

[7Cuadernos de periodistas Nº 27

[8’Utopía informativa, propuestas para un periodismo más social’ (2007). HEGOA www.hegoa.ehu.es

[9Cuadernos de Periodistas Nº 27, Carta a los lectores

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