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Un pueblo en rebeldía monetaria

27 de enero de 2016

El túmin, la moneda inspirada en los principios de autonomía zapatista

En la comunidad de El Espinal, en el estado de Veracruz (México) el túmin representa un proyecto autónomo, utilizando recursos locales y totalmente desligado de los poderes del gobierno para generar espacios de transacciones económicas y sociales a nivel comunitario que permanecen al margen de la dependencia de la moneda nacional oficial, una moneda que el túmin no puede ni quiere sustituir, sino complementar en determinados intercambios de bienes y servicios.


El túmin, la moneda inspirada en los principios de autonomía zapatista

El Túmin surge en el año 2010, en la comunidad de Espinal, en el estado mexicano de Veracruz, aunque en la actualidad se ha expandido a otros estados de la república mexicana. Túmin significa dinero, entre los indígenas totonacapan.

Surge como un proyecto autónomo, utilizando recursos locales y totalmente desligado de los poderes del gobierno. "El proyecto se inspira en la autonomía de las comunidades zapatistas, y en otras experiencias de monedas comunitarias, y se va afinando con compañeros de la Red Unidos por los Derechos Humanos (RUDH) y con maestros y estudiantes de la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI). Asimismo, se toma la opinión de quienes son invitados a participar con sus productos y servicios en el pueblo de Espinal, al Norte del estado de Veracruz. Sin embargo, su construcción no es demasiado abierta o pública debido a que se trataba de una idea nueva y hasta cierto punto extraña en la región", nos cuenta Juan Castro Soto, miembro de la Coordinación Nacional y fundador del Tumin, pero ante todo, compañero y usuario de la moneda.

Las funciones del Túmin son variadas, y van más allá de la relocalización económica. En un país como México, donde acuerdos de libre comercio como el NAFTA han hecho más honda la brecha social, el Túmin recupera la confianza entre personas, además de realizar una crítica esencial al sistema capitalista. Porque en palabras de Castro Soto, "el Túmin tiene que ver con los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, así como civiles y políticos, lo cual empodera a los participantes siempre que busquen formas de satisfacer sus necesidades de producción y consumo, tanto de productos como de servicios; generar redes de convivencia basadas en principios y valores propios, que en este caso giran en torno a la empatía social y no alrededor de lo material o del capital; poner en práctica estos valores y principios como una forma hegemónica de pensamiento, manifestada en una cultura o forma de vida nueva; trabajar en el cuidado y conservación del entorno, mediante nuevos procesos productivos y otros hábitos de consumo que frenen la actual depredación ambiental de la que somos parte; ejercitar el poder político como personas y como pueblos para vivir en libertad, justicia y fraternidad, lo cual no se pide sino que se ejerce, lo que en la práctica significa muchas veces desobediencia civil frente al orden establecido".

El colectivo del Túmin ha publicado su experiencia en Aceptamos Túmin. Mercado alternativo, Economía Solidaria y Autogestión . En él explican cómo iniciaron la aventura, "diseñamos nuestro propio sistema económico e imprimimos un dinero comunitario, el Túmin, iniciando un proyecto autónomo con nuestros propios recursos, desligado de la mano gubernamental y a contracorriente del sistema capitalista, como parte de una revolución silenciosa y pacífica que se viene dando en el mundo desde hace varias décadas".

La experiencia del túmin significa recuperar y/o generar espacios de transacciones económicasy sociales a nivel comunitario que permanecen al margen de la dependencia de la moneda nacional oficial, una moneda que el túmin no puede ni quiere sustituir, sino complementar en determinados intercambios de bienes y servicios. No solamente eso, "simultáneamente, y de forma mucho más importante para la dimensión educativa de este proyecto, el túmin comienza a funcionar, a fluir y a circular gracias a otra moneda, sumamente relevante para el futuro de cualquier proyecto comunitario contra-hegemónico, la confianza, la reconstrucción de redes de reciprocidad, ayuda mutua y solidaridad que han sido sistemática y conscientemente destruidos por programas externos de orientación asistencialista, individualizante y desmovilizante", explican desde el colectivo tumista.

La moneda y los derechos humanos

México es el país que más denuncias de violaciones de derechos humanos acumula de todo el continente americano, según el último informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. "La liga con los derechos humanos puede depender de lo que entendamos por éstos. En lo personal considero que estos son ante todo una relación política de poder, donde unos seres humanos atentan contra las necesidades básicas de otros. Es decir, cuando no hay respeto, no hay derechos humanos. Y desde esta perspectiva, el Túmin es una iniciativa donde los participantes se empoderan ante un sistema económico impuesto que les impide vivir de forma diferente, ejerciendo así sus derechos por la vía de la acción directa. Se empoderan con la autonomía de la organización en nuevas formas de convivencia.

"Tenemos un sistema en contra muy fuerte, pero al menos todos saben de qué se trata y cada quien va a aprendiendo a confiar y a ser solidario a su propio ritmo"


Desde luego, para el Estado esto no son derechos humanos; los gobernantes los han restringido a su funcionamiento como funcionarios o servidores públicos, revisando que se apeguen a la ley y no perjudiquen a la población. Sin embargo, las mismas leyes son violatorias de los derechos humanos siempre que benefician a una clase social en detrimento del resto de la población, aunque sean “legales” y por eso muchas veces se respetan más los derechos humanos violando la ley. También por eso hoy es imperante la construcción de nuevas leyes que realmente reflejen la voluntad popular, y las monedas comunitarias como el Túmin son un pequeño reflejo de lo que puede ser una economía a mayor escala", nos comentan desde el Túmin.

Los tumistas no están preocupados por las falsificaciones de la moneda que aún no han sucedido. No obstante, desde el principio han tratado de dificultarlo un poco con un sello, folio, marca de agua, tamaños no convencionales, a la vez que se imprime en una imprenta con papel que no se encuentra en cualquier papelería.

"La confianza inherente del proyecto evita que los socios caigan en esas prácticas; sería más probable que lo falsificara gente que no sea socia. Sin embargo, pienso que no lo hacen porque, en primer lugar, no creen en el Túmin, no creen que sea válido o que pueda prosperar; si creyeran, pienso que preferirían participar como lo hacen los demás socios, pues la filosofía y el concepto del proyecto resultan mucho más valiosos y atrayentes que cualquier cantidad de Túmin. En segundo lugar, no verán atractivo que sólo se reciba en un 10%, pues quienes no son socios desconocen quiénes lo reciben en mayores porcentajes y hasta en un 100%. Desde luego, a medida que la confianza y los porcentajes de aceptación van aumentando, puede ser más tentador falsificarlo. Y en tercer lugar, nadie iría a la cárcel por ello, pero sí serían denunciados públicamente mediante nuestros propios medios de difusión en cuanto sean descubiertos los falsificadores. De cualquier manera, hemos previsto que si un tumin falso llega a las manos de alguien, simplemente se le cambia por uno bueno; y si está bien hecho, a lo mejor lo resellamos y lo volvemos a meter en circulación, ahorrándonos la impresión". Está claro que en el túmin saben aprovechar los recursos.

Tras cinco años de andadura los tumistas siguen con su rebeldía monetaria, ya que es un proyecto polémico en sí mismo y esto genera discusión y análisis entre la gente, y por ende consciencia del sistema financiero mundial y de la economía solidaria que emerge como una alternativa. Tal y como concluye Soto, las dificultades y barreras a superar son numerosos: "Sigue siendo difícil, pues tenemos un sistema en contra muy fuerte, pero al menos todos saben de qué se trata y cada quien va a aprendiendo a confiar y a ser solidario a su propio ritmo y según sus propias capacidades. En suma, creo que sí han habido cambios entre los socios, y aún entre el público que nos observa. Es un reto para todos",

Genoveva López Morales    El Salmón Contracorriente

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