La época que nos ha tocado vivir es una de esas etapas no lineales. Estamos muy cerca de un punto de inflexión en el trayecto de la historia, ya llevamos unos años intuyéndolo. Los que vivimos estos periodos tenemos una enorme responsabilidad sobre nuestros sucesores, porque de lo que hagamos o dejemos de hacer depende la dirección que tome la curva tras el socavón que estamos padeciendo. Muchos ciudadanos lo intuyen, y como decíamos cuando hablábamos del cambio necesario, surgen infinitas iniciativas que intentan repensar el camino. En el caso de la Economía del Bien Común (EBC), el cambio se basa en redefinir el éxito social cambiando el máximo beneficio por el máximo bienestar social.
Para ello la EBC propone crear una nueva herramienta. Es fundamental tener un instrumento, un Balance que llamamos del Bien Común (BBC), a través del cual podremos transformar en una cifra el aporte de cada empresa a su entorno y a la comunidad. Un poema de Borges, El rigor en la ciencia, relata la historia de una civilización que había alcanzado tal perfección en el arte de la cartografía que un mapa del imperio llegó a tener el tamaño del propio imperio. Con esta metáfora podríamos explicar la inutilidad de los sistemas con los que ahora medimos el éxito y el desarrollo. Como decíamos al principio es posible que en un panorama ya transformado el instrumento de medición se convierta en innecesario. Pero en la transición nuestra mente necesita simplificar y comparar. Necesitamos visualizar el objetivo y ser capaces de medir para poder valorar.
En las columnas aparecen los valores que queremos medir, y que son percibidos de manera positiva por cualquier ser humano: Dignidad humana, solidaridad, justicia social, sostenibilidad ecológica, transparencia y democracia. En las filas están los grupos con los que se relaciona la empresa: proveedores, financiadores, clientes, productos, otras empresas, entorno. Y así cada casilla mide el comportamiento ético de la empresa con cada uno de los grupos con los que se relaciona (filas), en relación a uno de los valores (columnas).
El Balance del Bien Común nos obliga a hacernos preguntas fundamentales
Este balance fue ideado en Austria, y se va perfeccionando de manera dinámica a través del trabajo de los numerosos consultores y auditores formados desde 2010, para lo que cuenta también con el apoyo de varias universidades. Su aplicación principal es medir el aporte de cada unidad económica a la sociedad. Pero, como decíamos, el objetivo es que este aporte se convierta en un fin en sí mismo.
La matriz es un instrumento técnico que permite valorar con una puntuación las acciones y comportamientos de una entidad. Es un resumen esquemático del Balance. En paralelismo con el Balance Financiero, el Balance del Bien Común incluiría la Memoria, mientras que la matriz se correspondería con las cuentas anuales escuetas. El ejercicio de someterse a esta valoración obliga a plantearse cada uno de los objetivos. Por ejemplo cuando una empresa se pregunta cuál es su aportación a la sostenibilidad ecológica en las relaciones con sus empleados, quizás se de cuenta de que las posibilidades que tiene de mejorar el medio ambiente pasan también por facilitar un grupo de consumo ecológico que sirva los productos directamente a los trabajadores en el puesto de trabajo. Gunter Pauli [1] suele contar una anécdota que refleja la importancia de plantearse las acciones de manera global y no independiente. Él construyó en 1992 una de las fábricas más ecológicas del mundo (Ecover), situada al norte de Bélgica, con cubierta de hierba, energía limpia, tratamientos naturales del agua residual, ladrillos hechos con materiales reciclados de las minas de carbón. Por ella recibió el premio mundial de medio ambiente. Producía detergentes ecológicos con materias primas renovables y biodegradables. Ecover tuvo mucho éxito, pero un día Gunter Pauli se dio cuenta de que mientras mantenía limpio el Rhin, la fuerte demanda de coco y aceite de palma estaban amenazando el hábitat del orangután en Indonesia.
El Balance del Bien Común nos obliga a preguntarnos quiénes son nuestros proveedores, de dónde vienen los materiales, qué sucede con los residuos y cómo tratamos a cada uno de los que intervienen en la actividad. No basta con que una empresa se organice de manera democrática. Tenemos que analizar los actos de cada implicado y todas sus consecuencias.
Fue diseñado para medir el comportamiento de las empresas. Podemos utilizarlo también en los municipios, pero su utilizad será diferente. No se tratará de llegar a una medición numérica comparable con la de otros municipios. Será un instrumento que simplemente ayude a encauzar el camino correcto de la política municipal.
1 Mensaje
18:55
¿Sabrías detallarnos, a las empresas que queramos implementar esa herramienta, los pasos a sequir?
Me he leido el libro de Christian Felber ’La Economía Del Bien Común’ y no he encontrado respuesta a esa pregunta.
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