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Leyendo el artículo Un millón de firmas contra el TTIP en El Salmón Contracorriente, no pude evitar sentir la rabia que circulaba en mi interior. Las últimas líneas denunciaban las consecuencias negativas y el impacto perjudicial que tienen este tipo de acuerdos, firmados entre gobiernos y grandes corporaciones, en la sociedad. Europa tiene que obligarse a mirar hacia América Latina, y en este caso hacia México, para no repetir los errores que entre nuestra sociedad han ampliado a pasos agigantados la brecha entre las clases sociales. La ambición de unos cuantos han sumido a la mayoría en una situación económica y social que se antoja irreparable.
No podemos negar que este tipo de pactos traen consigo beneficios económicos, pero habrá que analizar hasta qué punto y para quiénes. Ya no es sorpresa que en esta globalización desenfrenada sean las grandes empresas las que se lleven la mayor y la mejor parte, seguidos de los aliados políticos quienes facilitan intereses personales en detrimento del bienestar integral de la sociedad.
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) se firmó a finales del año 1992 y entró en vigor el primero de enero de 1994. El expresidente de México, Carlos Salinas de Gortari, prometía reactivar la economía mexicana mediante esta alianza comercial con los vecinos del norte. La realidad no tardó en acentuar la desigual distribución de las ganancias, la falta de competitividad y el insuficiente impulso de los sectores que se consideraban clave para dicho crecimiento. Las malas condiciones laborales nos hacían cada vez más dependientes de Estados Unidos, y nos ponían en la vulnerable situación de aceptar una modalidad de intercambio comercial favorable a los monopolios, dúopolios y oligopolios.
Si bien México creció desmesuradamente gracias a la apertura comercial, en palabras de la periodista Denise Dresser, no olvidemos que “el tratado fue pensado para hacer más grande el pastel, pero no fue concebido para repartirlo mejor” [1]. La inversión extranjera en México, contrario a lo que se dice en el discurso oficial, es sumamente inmoral. Ejemplo de esto es la industria automotriz.
La ambición de unos cuantos han sumido a la mayoría en una situación económica y social irreparable
Ya han sido muchos los mandatarios que se sienten orgullosos de invitar a las grandes empresas extranjeras para que instalen sus fábricas a lo largo del territorio mexicano. Lo que se dice es que dicha apertura crea nuevas fuentes de empelo. Lo que no se dice es que, observando este fenómeno desde una perspectiva social, los bajos salarios y las malas condiciones laborales en México son una oportunidad única para la rentabilidad y el incremento de ganancias de estas grandes marcas. La realidad es que la mano de obra mexicana sigue siendo tan barata que cada día surgen nuevos empresarios con el objetivo de llenarse los bolsillos logrando que miles de mexicanos hagan el trabajo que sus nacionales, bajo condiciones laborales similares, no estarían dispuestos a realizar. No obstante, cada vez nos sentimos más orgullosos del “Made in Mexico” sin analizar en profundidad lo que hay detrás de estas etiquetas. También es importante mencionar que muchos productos, incluidos alimentos, que no cumplen con las estrictas normas de calidad en Estados Unidos y Canadá, son enviados a México y distribuidos en los supermercados -también extranjeros- los cuales sin ningún problema garantizan que el producto que ofrecen es confiable.
Siendo objetivos, el TLCAN no es ni el principal ni el único culpable de la inestabilidad económica política y social en México. La pobreza, el hambre, la falta de oportunidades, las paupérrimas condiciones laborales, la deficiente infraestructura, la desigualdad, etc. son una lamentable constante en nuestra historia. Sin embargo, el TLCAN no sólo no logró alcanzar el objetivo propuesto, sino que el precio que estableció fue muy caro y que el ingreso de un mexicano promedio no alcanza para pagarlo.
1 Mensaje
18:18
Es verdad, desafortunadamente las condiciones en México otorgan toda la ganancia a las grandes empresas, mientras que dejan sin garantías (en cuanto al salario, seguro, condiciones óptimas para el trabajo y en general dignidad laboral) a los trabajadores. Es una realidad que miles de campesinos son explotados en beneficio de grandes monopolios como Walmart http://edomex.quadratin.com.mx/Denuncia-Los-Angeles-Times-esclavitud-agricola-en-Mexico/ ; y por otro lado, los productos que se exportan a Estados Unidos además de venderse a precios ridículamente bajos, son sometidos a rigurosos controles de calidad que dan como resultado la devolución de cantidades estratosféricas de ellos por cuestiones simples como "haber sido tocados con la mano".
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