Una de las expresiones cotidianas más usadas e inconscientes es la muletilla “hombre” al iniciar una frase, sea quien sea la persona con quien se conversa, hombre o mujer. Expresión que utilizan incluso los niños y las niñas.
Con frecuencia harto asfixiante he podido constatar y sufrir el rechazo machista en el entorno universitario. No sólo del alumnado, con el que cada año se repite la misma (triste) experiencia (ver ejemplo 1 más adelante), sino y quizá lo que es peor con el profesorado (se supone que son quienes han de transmitir otros valores). Todo esto sin entrar en la impertinente reiteración institucional en mantener las denominaciones masculinas de las categorías profesionales y órganos universitarios: profesor, asociado, doctor, catedrático, defensor universitario, etc.
Lo peor del machismo es explicitarlo, desvelar su violencia, sacarlo de la invisibilidad, porque la disonancia cognitiva que se genera en las mentes es brutal. Como un despertar a lo Matrix, no todos están preparados. Pasa lo mismo con el capitalismo. Y si los nombráramos veríamos que uno y otro se dan la mano, que son la misma cosa, patriarcapitalismo.
Veamos algunos ejemplos de cómo se disemina y respira como natural el aire tóxico del patriarcado, especialmente en el ámbito universitario.
Ejemplo 1 | Estudiando en clase, en una sesión práctica de grupos, las diferencias entre hombres y mujeres, observo, para mi sorpresa, que año tras año se repiten dos notas: do y re. 1ª) “Do de pecho”. Los chicos llevan la voz cantante en el debate, aunque las chicas sean mayoría. 2ª) “Re-spuesta en do sostenido”. Los chicos argumentan siempre en un mismo sentido: negando la evidencia y situándose a la defensiva. Por lo general, las chicas no suelen opinar y alguna, ya en último curso de carrera, me ha preguntado en voz baja qué es eso del patriarcado (estando sentada delante del ordenador y leyendo un artículo sobre ese tema).
Ejemplo 2 | En cierta ocasión envié un artículo a una revista científica y un evaluador rechazó de plano el artículo simplemente por consideraciones machistas (según pude observar de su larga disertación, en la que no había ninguna propuesta de cambio para mejorar o corregir mi estudio). Simplemente negaba la pertinencia del análisis que finalmente publiqué en otra revista internacional de estudios de género.
Ejemplo 3 | Un día, de repente, recibí un extrañamente educado correo de un antiguo colega con el que había trabajado en temas de género. Me pedía encarecidamente que accediera a retirar su nombre de una publicación conjunta (sobre la discriminación de la mujer en las religiones) porque en la universidad (privada religiosa) donde iban a contratarle podían ver mal que tuviera investigaciones críticas con la Iglesia. Yo no daba crédito ante lo que leía.
Como consecuencia, la página que alojaba el documento tuvo que pedir a otras páginas que rectificasen la información ‘errónea’ sobre la autoría, como en Dialnet o como aquí.
Ejemplo 4 | En otra oportunidad fui unas semanas de estancia a otra universidad, donde había encontrado a una profesora afín a mi área de investigación, con algunos proyectos e intereses comunes. Me facilitaron el papeleo, lo que suele ser largo y tedioso. A la hora de definir la propuesta de investigación les sugerí trabajar en temas de economía feminista, pero me ‘animaron’ a cambiar de tema porque podía ser un tema polémico allí en esa universidad (católica) [se ve que lo de ‘católico’ no se refería a la universalidad del conocimiento, ingenuos que somos todavía algunos].
Ejemplo 5 | Decidí ir de estancia allende los mares, cruzando el charco. Y casualmente tuve la suerte de recuperar el contacto con una antigua colega que me invitó a dar unas conferencias en su universidad, en uno de los centros públicos de investigación agraria más importantes del país. Les propuse una temática con enfoque feminista sobre el medio rural y lo rechazaron, planteándome otro tema más aséptico sobre gestión agroambiental.
Ejemplo 6 | Paseando por el pasillo noble de un centro universitario donde se impartían estudios de ingeniería agraria pude ver los retratos de 40 años de directores y ni una directora, pese a que en la plantilla del profesorado de tal centro había más de un tercio de profesoras.
Por último, un par de ejemplos más, pero ahora desde la otra escuela, la mediática, que tiene casos para aburrir, especialmente a nivel publicitario, pero sólo voy a subrayar dos.
Ejemplo 7 | El uso de la mujer florero en programas de televisión de A3 Media como “Ahora caigo”, “La ruleta de la suerte”, “50x15”. Mujeres azafatas que además hacen un papel publicitario al ser la imagen de marca de algún producto en cuyo anuncio de apenas unos segundos hablan más que durante toda la emisión del programa.
Ejemplo 8 | Además del uso de la mujer florero como objeto decorativo en eventos y ceremonias deportivas como el baloncesto, el automovilismo, el ciclismo o el tenis (incluido el tenis femenino, como en el último torneo WTA en San Petersburgo, Rusia, celebrado del 8 al 14 de febrero de 2016).
Referencias
Fernández, R. (2015). “El capitalismo detrás de la pantalla”. Fuhem Ecosocial, Boletín Ecos, 31, junio-agosto, 5 páginas.
Gimeno, B. (2015). “Patriarcado y medios de comunicación de masas”. Fuhem Ecosocial, Boletín Ecos, 31, junio-agosto, 5 páginas.
Millett, K. (1995) [1969]. Política sexual. Editorial Cátedra. Madrid.
Posada, L. (2012). Sexo, vindicación y pensamiento. Huerga y Fierro. Madrid.
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