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La ciudadanía ve anulado su derecho de participación

26 de enero de 2015

La voracidad de los negociadores del TTIP no tiene límites

La pretendida desregulación del mercado entre las empresas de los dos continentes, continuará fomentando los monopolios más si cabe y disminuirá los derechos de las ciudadanas y ciudadanos.
Nadie tiene derecho a decidir cómo mover el mundo en nombre de todos pero para bien de unos pocos, creando desigualdad, hambre y falta de dignidad en las personas.
El 18 de abril se ha convocado una Jornada Internacional contra el TTIP.


La voracidad de los negociadores del TTIP no tiene límites
campact  

Por si no fuese poco lo que ya tenemos encima, y me refiero a este capitalismo bruto que no entiende de humanidad ni de personas, ahora quieren adornar este pastel con la sucia guinda del Tratado de Comercio e Inversión entre EEUU y la UE, el TTIP o Tratado Transatlántico de libre comercio. Para los que no sepan de qué se trata, aquí va la pesimista pero realista a la vez consecuencia de este todavía evitable, si peleamos, contrato entre gigantes.

Para empezar, hay que saber que las negociaciones para las cláusulas de este contrato se hacen a puerta cerrada. La ciudadanía no tiene ningún derecho según ellos, de participar en las negociaciones. Qué digo participar, eso es utopía ante estos dirigentes que tenemos. Ni siquiera podremos opinar si nos parecen justos o no los reglamentos, normas o derechos corporativos creados, porque para cuando sepamos de qué se tratan, ya se habrán aprobado. Vamos, que la transparencia brilla por su ausencia. ¿Por qué será? Y cuando nos quejamos de esta opacidad, nos responden publicando los documentos oficiales relacionados con la 3ª ronda de negociaciones….Sí, es cierto ¡Pero vamos ya por la 8ª ronda!

Señoras y señores, no tenemos ni voz ni voto para esta gente. La Comisión Europea negó la recogida de firmas oficial, razón por la que ya se ha presentado un recurso. Otra “patada en la boca” más a la ciudadanía. Creo que deberían cambiar el significado de democracia en el diccionario o llamar a la realidad dictadura, pero así tal cual nos lo venden, no cuela.

Nada bueno podemos esperar de estas negociaciones que pretenden ponérselo fácil a los inversores a costa de todos los demás. ¿Y quiénes son los inversores? Las multinacionales. Formadas por “el club” de los que tienen más que nadie pero quieren más y más, el “club del crecimiento”. Lo que se pretende básicamente es impulsar la desregulación del mercado entre las empresas de estos dos continentes, fomentando los monopolios más si cabe y disminuyendo los derechos de las ciudadanas y ciudadanos.

Cuando un gobierno quiera otorgar un derecho democrático a un estado, solo podrá hacerlo si a estos inversores les parece conveniente

Con disminución de derechos me refiero a varias situaciones concretas. Por un lado, este tratado otorgará a los inversores el derecho exclusivo de demandar a un estado si consideran que alguna decisión democrática por parte del gobierno afecta negativamente a sus beneficios. Esto implica que cuando un gobierno quiera otorgar un derecho democrático a un estado, solo podrá hacerlo si a estos inversores les parece conveniente, y se lo parecerá sólo si les da beneficios o si no afecta negativamente a los mismos. Me pregunto si cuando vayamos a votar estarán los nombres de las multinacionales en las papeletas.

Además con el fin de fortalecer los derechos de propiedad intelectual, lobbies y burócratas presionarán las decisiones tomadas en este contrato de negocio. Y con esto lo que conseguirán para nosotras, las personas, serán menos derechos en educación, sanidad o cultura. Además de coartar la libertad de expresión de cada voz contraria a este u otros desastres similares.

Para evitar este despropósito a escala mundial, se han lanzado campañas de No al TTIP en diferentes territorios de España, así como a nivel Europeo. Con esta resistencia al tratado se pretende conseguir la inmediata transparencia de las negociaciones y la permisión de un debate público abierto. Evitar la discrepancia entre los Estados y los inversores, ya que lo que con eso se pretende es obligar a los gobiernos a aceptar ciertas reglas que no son positivas para los estados ni para el pueblo. Proteger los derechos públicos, que caerán inevitablemente si este sigue adelante. Y salvaguardar nuestra calidad de vida, la que nos han dejado con este tipo de acuerdos.

En definitiva lo que se pretende es defender una economía para las personas y no para los capitales. Proteger los derechos medioambientales, leyes sociales, normas de sanidad o alimentarias, como por ejemplo, el acceso a la información de los productos que consumimos. Que tenemos derecho a saber qué comemos, dónde se produce y de qué manera. También se persigue luchar contra la desregulación del mercado financiero, que si consideramos que tiene poder ilimitado, debemos saber que puede ser todavía peor si se permite esta liberalización.

Esta iniciativa de No al TTIP ya está en marcha en toda Europa. El pasado 19 de diciembre, en el segundo día del Consejo Europeo, se llevó a cabo una manifestación pacífica en Bruselas. Y el 18 de abril se ha convocado una Jornada Internacional contra el TTIP. El movimiento contra el TTIP ya ha comenzado y con fuerza.
Es responsabilidad de todos ejercer y salvaguardar nuestros derechos. Y diría que incluso nuestra obligación hacer que se respeten por terceros. Y más si estos terceros son poderosos inhumanos.

Por nuestros derechos, por nuestro derecho a decidir cómo queremos vivir, por las que ni siquiera tienen la oportunidad de manifestarse, por las personas. Porque nadie tiene derecho a decidir cómo mover el mundo en nombre de todos pero para bien de unos pocos, creando desigualdad, hambre y falta de dignidad en las personas. Por todo esto tu involucración y la de todos es imprescindible.
No dejemos que nos reduzcan a simples números.

Jaoine Rubia Beitia    Economistas sin Fronteras

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