El gasto militar español es un caso de opacidad y mentira, propiciado desde el pacto “de Estado” de PSOE y PP. Afortunadamente, junto con los esfuerzos de algunos grupos sociales, existen cifras oficiales que contribuyen a desenmascararlo.
Es el caso de la Intervención General de la Administración del Estado (IGAE) que emite informes anuales sobre la ejecución del gasto aprobado en los Presupuestos del Estado.
El último informe de IGAE sobre la liquidación del gasto se refiere al ejecutado en 2014, pero nos permite observar la tendencia global del gasto militar español.
IGAE se centra en detallar la ejecución en bruto del gasto de ministerios y organismos autónomos, sin descender a criticar partidas que, como ocurre con el gasto militar, se ocultan en otros ministerios y apartados presupuestarios.
Del estudio sobre la liquidación del gasto 2014 de la IGAE elaborado desde Utopía Contagiosa podemos destacar algunas cifras escandalosas.
El gasto controlado por IGAE, la punta de un iceberg
IGAE no controla todo el gasto militar, pero de su informe podemos sacar el montante de una parte de éste:
- Gasto del Ministerio de Defensa
- Gasto de los Organismos Autónomos Militares
- Gasto de AEMET y del CNI
- Gasto I+D del ministerio de Industria
- Centros Universitarios de la Defensa
- Pensiones de Guerra
Este gasto no es “todo” el gasto militar, pues no contempla partidas que conforme al criterio OTAN también lo son y forman parte de los Presupuestos del Estado, tal como destacamos en nuestro estudio Gasto Militar 2016 y que sitúan nuestro gasto militar en el 2,7% del PIB.
Cifras de infarto
IGAE refleja constantes desfases entre lo contabilizado y lo gastado por Defensa.
El gasto presupuestado por defensa desde hace más de una década y el liquidado discrepan exageradamente y sin parangón con otros ministerios. Desde 2002 a 2014 presupuestaron 90.889,16 millones de euros, pero gastaron 108.482,28 millones; 17.593,11 millones de euros más, un 19’35% de sobregasto.
Estas cifras esconden una lógica inapelable. Los gobiernos del PP y del PSOE han gastado de forma sistemática mucho más de lo presupuestado para Defensa, a pesar de mantener oficialmente que se gastaba poco en Defensa.
No cabe achacar el desfase a ningún tipo de incompetencia de los diseñadores del gasto militar, sino a la mala fe.
Ha sido con Rajoy y su exministro Morenés con quien más a fondo se ha pisado el acelerador en esta práctica que ya mantenía Zapatero.
Los componentes de la liquidación detectado por IGAE para 2014
Una mirada más atenta a los datos de IGAE, incluyendo junto a las partidas del Ministerio de Defensa las otras que detecta, permite ver con mayor alarma las cosas: el sobregasto militar detectado alcanza a un 66% sobre el presupuestado.
La prioridad política del gasto militar frente a otros gastos públicos resulta evidente. Nuestros gobernantes mienten, y mucho, pero no miente bien.
Su objetivo es presentar unas lastimeras cuentas que acaban siendo el cuento de la lechera, pero sirven para evitar una opinión social crítica.
Contrasta el énfasis informativo que se pone al supuesto poco gasto militar presupuestado con el escaso interés de los mismos medios cuando organismos como IGAE desvelan la mentira de estas cifras.
Un gasto “transparencia cero”
La opacidad y la falta de control del gasto militar nos obligaron a elaborar un “índice de opacidad militar”. Conforme a este, establecíamos que la opacidad es baja o moderada cuando el porcentaje de desvío es explicable por razones coyunturales y el desvío respecto de lo presupuestado en de entre 0 y 2.5% (bajo) y entre 2,5% y 5% (moderado), siendo escandaloso cuando supera el 33 % y no existe transparencia ni claridad en las cuentas, e inaudito cuando supera el 50% de desvío, no hay control parlamentario de facto, existe despilfarro, y en, definitiva, un deliberado engaño basado en la falta de control y de crítica.
Nuestro gasto militar supera el 50% de ocultamiento, lo que pone en tela de juicio la calidad democrática de la política de defensa.
Mientras una ministra de Defensa puede decir que de nada vale tener sanidad, educación o bienestar si no hay dinero suficiente para la defensa, porque todo es secundario de ésta; de espaldas a la ciudadanía, se promueve la exportación de armas (y conflictos) al exterior (sexta potencia exportadora), el intervencionismo militar (79 operaciones militares desde Felipe González y ser uno de los principales contribuyentes mundiales a este intervencionismo), una doctrina militar que sitúa unas “fronteras de seguridad avanzada” de España en Centroáfrica y el Índico y que sigue contemplando la existencia de un “enemigo interno”, o un gasto militar que supera el 2,7% del PIB y produce una deuda impagable.
Las comparaciones son odiosas
Comparando las cifras de sobregasto con las que ofrecen otros ministerios, las cosas son perores:
El total que la IGAE contabiliza como “servicios públicos básicos” (defensa, justicia, seguridad ciudadana y exteriores) ofrece de nuevo un elocuente aumento del gasto “seguridad”, concebida en términos clásicos militaristas y no en términos de seguridad humana.
Comparado este gasto militar con el de asuntos relativos a nuestra seguridad humana, encontramos que el gasto del Ministerio de Defensa equivale al 60% del gasto estatal en pensiones, a 14,73 veces el destinado a servicios sociales y promoción social, 9,31 veces más que el de acceso a vivienda y fomento de la edificación, 3,51 veces el del Ministerio de Sanidad y Servicios Sociales, 2,72 veces el de Educación. Cultura y Deporte, ó 245 veces el de fomento del empleo.
La cifra es más indecente si sumamos al gasto del Ministerio de Defensa las otras partidas consignadas por IGAE como gasto militar:
La crisis no es todos. Hay vencedores y perdedores. Y el militarismo está entre los primeros.
Con razón PSOE y el PP guardan celosamente la llave del gasto militar. Es la clave de bóveda de la que se sirven para mantener un sistema extractivo y caduco que cambió de collares, pero no de perros.
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