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Gracias a él se suprimieron los miserables sueldos que se pagaban en Egipto

21 de julio de 2015

La carta del Rey Juan Carlos I

Esta crónica está dedicada a los cientos de miles de emigrantes, a los de antes y a los de ahora, a quienes según el PP, les viene bien la experiencia para hacer turismo y conocer mundo


La carta del Rey Juan Carlos I

Hace unas semanas, escribiendo sobre la crisis económica, hice una caricatura del Rey Juan Carlos I, recordando su escapada a Botswana para cazar elefantes, -lo que sin duda fue una gran metedura de pata y de cadera- pero me sentiría como un criminal si no revelase un episodio -ocurrido en Egipto en 1979- cuando, gracias él, se rectificaron los vergonzosos sueldos ilegales que cobraba el personal (español y egipcio) del Centro Cultural Hispánico de El Cairo.

Es de mal nacidos no ser agradecidos e, independientemente de lo que piense sobre la monarquía (una institución obsoleta de la Edad Media), abandonaré un rato mis ideas e ideales para dar “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, y decirle al viejo Rey que nunca olvidaré la carta que recibí de la Casa Real anunciando la llegada de un enviado de Madrid para que se tomaran medidas para acabar con aquella situación tan inhumana.

Trabajé en el Centro Cultural Hispánico de El Cairo dos cursos (1977-1979) y en el tiempo que estuve allí entablé una gran amistad con el profesor José Antonio Sánchez, (un autentico lobo estepario que vivía en un cuartucho de apenas diez metros cuadrados). Lo conocí en la madurez, frisando con los 55 años, y con grandes dolencias cardíacas que no lograron cambiar su estilo de vida: (era un fumador empedernido y bebía Whisky como un pez).

“Es pobre, pero no miserable”, afirmaba el escritor Carlos Trías [1], que solía frecuentar con su mujer Cristina Cubas [2] aquella guarida donde nunca faltaba una copa, un cigarro y ese tipo de conversaciones que se quedan grabadas para siempre en la memoria.. Ambos viajaron a Egipto (ella becada) para conocer, según me dijeron, “cómo fue la cuna de la humanidad”.

El habitáculo donde vivía Sánchez [3] estaba en un edificio destartalado, cuyo ascensor, un armatoste de hierro que parecía una jaula, se paraba metiendo un ruido espantoso o no funcionaba. Su madriguera tenía una cama que servía al mismo tiempo de sofá, un voluminoso piano, cuatro paredes abarrotadas de libros y un rincón sagrado, donde siempre había un par de botellas de whisky y varios cartones de tabaco. La cocina era un cubículo que comunicaba con el cuartucho. Enfrente del hornillo había un hueco donde estaba la ducha y el retrete.

Recuerdo que un día que me invitó a su casa a cenar (tortilla de patatas y una botella de vino), me dijo frotándose la pierna izquierda con una horrible mueca de dolor que le desfiguraba el rostro:

¡Véte de El Cairo! ¡Aquí no tienes futuro! ¿Sabías que los profesores (había cinco en El Cairo y cuatro en Alejandría) estamos cobrando un sueldo que está muy por debajo del permitido por la ley española? Nos hemos quejado muchas veces, pero ya sabes qué importancia da España a la cultura y a los emigrantes. Me da vergüenza cruzarme en la calle con mis colegas de La Alianza Francesa, El Instituto Goethe, El Centro Cultural Italiano, la Universidad Americana, etc. Viven en los mejores barrios de El Cairo y son tratados como auténticos embajadores de su país.

Días después de tener esa conversación con Sánchez, convencí a los profesores de El Cairo, incluyendo al director, Adrián Rodríguez Junco, para que iniciásemos una huelga indefinida exigiendo una aumento de salario (para legalizar nuestra situación). A la protesta se unió el Centro Cultural Hispánico de Alejandría, con el profesor Antonio Lardón a la cabeza, y, más tarde se fueron adhiriendo varios centros españoles del norte de África y el mundo árabe.

En la Embajada española de El Cairo, -a donde iba a quejarme (con barba, pelo largo y boina negra), para que la Agregaduría Cultural hiciera algo-, no me soportaban. Una vez me dijeron que, si seguía molestando, hablarían con las autoridades egipcias para que me considerasen “persona non grata”, me echaran del país y no pudiera volver a entrar en Egipto.

Escribí numerosas cartas a España, incluyendo una larga al Rey Juan Carlos I, denunciando la situación de los compatriotas de El Cairo, pero en la mayoría de los casos no hubo respuesta. El diario “El País” publicó sobre la huelga “una píldora informativa”, (cinco líneas cortas).

De repente un día, recibo una carta de la Casa Real, firmada a puño y letra por el Rey Juan Carlos I, que el personal egipcio [4] del Centro Cultural Hispánico me entregó como si fuera un mensaje del Califa de Bagdad. La misiva decía, más o menos, así:

Siguiendo instrucciones de Su Majestad el Rey Juan Carlos I nos hemos puesto en contacto con la Dirección General de Españoles en el Exterior para que vaya a El Cairo su representante para poner fin a la huelga y encontrar una solución satisfactoria a los problemas que aquejan a nuestros centros culturales en el mundo árabe. La nota llevaba el sello de la Casa Real y la rubrica de nuestro valedor.

Semanas después el Ministerio de Asuntos Exteriores envió a El Cairo a Miguel Ángel Carriedo [5] a negociar con el “cabecilla de la revuelta” y, entre paseo y paseo por la capital egipcia, (fumando porro tras porro de hachís), y pausas en la Pensión Roma [6] y en alguno que otro café, [7] abordamos todos los problemas laborales y luego se firmó con el director Adrián Rodríguez Junco [8] un generoso acuerdo que fue recibido con inmensa alegría en los centros hispánicos de El Cairo y Alejandría.

Y vuelve a cantar Quiquiriquí el Noble Gallo Beneventano para recordarnos que no hay batallas perdidas. La mayoría se ganan con las armas, otras, las menos, con la pluma, la razón y la palabra.

Javier Cortines     Nilo Homérico

Notas

[1En aquella época Carlos Trías ya había estrenado en Barcelona y Buenos Aires, su “Plauto”, comedia romana divertidísima que pude ver años más tarde en Madrid. En 2004 estrenó en Madrid y Barcelona su versión de “la Orestiada” de Esquilo (Falleció en 2006).

[2Cristina Cubas, destacada autora de relatos breves y novelas. Actualmente vive en Barcelona. Entre sus obras citaremos “El ángulo del Horror”, “Con Aghata en Estambul”, etc.

[3Sánchez residía en El Cairo desde 1961. Sufría fuertes dolores en la pierna izquierda, -a causa de su enfermedad coronaria-, que aliviaba con montones de pastillas. En la década de los ochenta del siglo pasado falleció, tras someterse a varias operaciones de corazón.

[4El personal egipcio (tres bedeles, una secretaria y una bibliotecaria) se benefició, y bastante, de la subida salarial.

[5Llegaría a ser embajador de España en la UNESCO. Entre 2007 y 2010, cuando yo vivía en Seúl, era embajador de España en Japón.

[6Yo vivía en la “Pensión Roma”. Ver vídeo sobre la misma en el “Inicio” de mi pág. web.

[7Ver vídeo sobre el café “Al Fishawi” (Café de los Espejos), icono de la capital egipcia, en el “Inicio” de mi pág. web. Las imágenes están ambientadas con una canción de Luís Eduardo Aute (Hafa Café).

[8Arabista y poeta que profesaba gran admiración por García Lorca.