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La iniciativa se empezó a gestar allá por 2013, cuando un grupo de activistas y economistas se reunieron entorno a una idea: crear una moneda complementaria de ámbito catalán. Se entendía que Catalunya es una bioregión capaz de producir prácticamente cualquier bien o servicio -desde alimentarios a industriales, sin dejar de lado el sector terciario-. Y que implantar una moneda complementaria al euro ayudaría a dinamizar la actividad económica productiva y real, pondría a disposición de las pymes más liquidez y crearía incentivos económicos para conductas sostenibles medioambiental y socialmente. Además, serviría también para introducir cierto control social del crédito.
Con esta idea, se ha ido avanzando en el desarrollo del proyecto, que aún está en una fase inicial. Según una de sus impulsoras, la economista y fundadora del Instituto de la Moneda Social, Susana Martín Belmonte, han mantenido reuniones con actores políticos, empresariales y sociales. Allá donde han presentado la iniciativa, dice, la han acogido con interés, aunque aún no se ha fraguado una colaboración con un socio que permita financiar Eurocat . Pero asegura que mantienen conversaciones abiertas con diversos potenciales socios.
Además, han obtenido el apoyo explícito de entidades como, por ejemplo, el Cercle Català de Negocis (CCN). Y han creado un grupo de trabajo con varios sindicalistas para abordar una de las cuestiones que se han planteado los impulsores de Eurocat, que los trabajadores puedan cobrar parte de su sueldo en esta moneda.
La implantación
Eurocat -o el nombre que acabe recibiendo la nueva moneda- tendría paridad con el euro y serviría para que, entre los participantes adheridos al sistema, se comprasen y vendiesen bienes y servicios. El proyecto prevé que se implante mediante la generación de crédito mutuo sin intereses o con su adquisición a cambio de euros. Tanto las empresas como las administraciones podrían acceder al crédito. Estas últimas sólo podrían obtener una cantidad equivalente como máximo al 15% de su presupuesto y que además guarde una lógica con la economía local en general. No necesitarían garantías.
En el caso de las empresas, en cambio, el acceso a financiación se basa en un sistema de garantías auto generado. Ellas mismas tienen que generar micro avales y recibirlos. A partir de ahí, recibirían crédito en la nueva moneda. También se han marcado limitaciones. Las empresas no podrían obtener más financiación que el 15% de la facturación del año anterior. Además, estarían obligadas a usar el crédito en los seis meses siguientes a la fecha en la que lo recibiesen.
Martín Belmonte destaca que, con estos mecanismos se logra, por un lado, que el volumen de unidades monetarias en circulación vaya ligada a la actividad económica real. Se aleja, por tanto, la posibilidad de inflación. El otro objetivo que se persigue es que se genere la confianza necesaria para que el sistema se consolide.
El proyecto no se olvida de los particulares y prevé que puedan acceder a la moneda por dos vías: cobrado parte de su sueldo en eurocats -una decisión voluntaria y sólo posible en las empresas que participen en el sistema- o comprándolos a cambio de euros. Estos son los caminos que se han pensado para la primera fase de la implantación de Eurocat. Posteriormente, también podrían acceder a crédito. De hecho, según Martín Belmonte, se estudia la posibilidad de hacer alguna prueba piloto ya en las primeras fases.
Los impulsores del proyecto no se atreven a poner una fecha para el lanzamiento de la moneda, pero los planes pasan por llevar a cabo un piloto en unos ocho municipios -o incluso barrios en el caso de grandes ciudades-. Después de evaluar los resultados de esta prueba, se extendería a otros territorios. Tienen claro que los eurocats pueden coexistir con las otras monedas sociales que existen ya en Catalunya. Sobre el proyecto del Ayuntamiento de Barcelona de crear una moneda complementaria para la ciudad, Martín Belmonte avanza que habría la posibilidad de que el consistorio escogiese el eurocat como moneda. No obstante, dice, también puede ser que no, de modo que cada una llevase su propia trayectoria.
Beneficios
La implantación de esta nueva moneda supondría beneficios para las empresas participantes, los municipios, los ciudadanos y la economía catalana en general, según sus impulsores. En primer lugar, se convertiría en una herramienta de reactivación del sistema económico local. Además, serviría para luchar contra la pobreza gracias al aumento de la renta disponible en la región, que favorecería el consumo y la ocupación. Mejoraría la competitividad de las pymes participantes en el sistema -los ciudadanos dispondrían de una renta local adicional con la que consumirían productos locales, mientras que la renta en euros la gastarían seguramente en productos sin substitutivo local o la ahorrarían-.
Aseguran que también mejoraría la eficiencia medioambiental del sistema productivo, dado que se consumiría más producto local y se reduciría así el transporte de mercancías y la huella ecológica. También permitiría reducir el gasto público en intereses financieros de la deuda y, como esta moneda sólo se transferiría entre residentes fiscales en Catalunya, la masa monetaria creada no se podría deslocalizar y sería más difícil la evasión y la elusión fiscal.
La tecnología que hay detrás
Eurocat contempla un modelo de avales para respaldar el crédito de concepción propia. Y la tecnología que le da soporte ha sido creada por D-CENT, un proyecto europeo que cuenta con apoyo económico de la Comisión Europea y que agrupa iniciativas pioneras europeas transformadoras de la democracia en los últimos años a las que ayuda a desarrollar herramientas libres, descentralizadas y respetuosas con la intimidad para la democracia en red y el empoderamiento económico.
Por eso, representantes de D-CENT participaron hace unos días en una jornada que se celebró en Barcelona y que sirvió para explicar públicamente el proyecto de Eurocat. Además, se celebró un taller que reunió a desarrolladores y a diseñadores involucrados en las monedas complementarias y los sistemas de pago alternativos en Catalunya para explorar la interoperabilidad y las sinergias posibles entre ellos.
En la jornada también participó Narcisse Niclass, uno de los promotores del WIR, una moneda complementaria que nació hace 80 años en Suiza y que utilizan cerca de 60.000 empresas locales. Niclass hizo hincapié en la necesidad de luchar contra la separación entre la economía financiera y la real, fruto de la cual nace la especulación. Según él, monedas como el WIR contribuyen a ello porque ponen en manos de los ciudadanos la posibilidad y el deber de elegir entre favorecer a las grandes empresas o a las locales.
Otro de los conferenciantes fue Hervé Falciani, asesor técnico de Eurocat. Falciani habló del proyecto en el que está trabajando junto a otros activistas para crear un sistema de pagos descentralizado y ciudadano.
Eurocat tiene antecedentes. Además de las monedas locales ya existentes en Catalunya y en otros puntos del Estado Español, Martín Belmonte cita el caso exitoso del WIR, la libra de Bristol o el Sardex de Cerdeña. Por lo tanto, según dice, quedan flecos por cerrar, pero el proyecto podría ser una realidad cercana. Todo dependerá de la voluntad y el empuje de todos los actores que se pueden implicar: administraciones, empresas y ciudadanos particulares.
1 Mensaje
10:01
No se podría usar la solución FairCoin que lleva tiempo estudiandose? Por otro lado, si lo que se busca es que el dinero forme parte de la economía real, lo que deberían de hacer todas las empresas locales y consumidores contratar banca ética; ya que el dinero que no esten usando, estará financiando proyectos con valores.
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