Precisamente, una de las cualidades del capitalismo consiste en que las relaciones sociales que hacen posible el intercambio de productos o servicios (entre las que se encuentran la explotación o la guerra) se nos presente objetivada, como una maraña compleja e informe, inasible. Ahora bien, ¿Y si todos estos conflictos pudieran ser interpretados siguiendo las rutas de los gasoductos que alimentan el insaciable y colonial mercado europeo?.
La guerra de Siria: el gasoducto Persa vs el gasoducto Catarí
La distribución de petróleo y gas en forma de recursos está asimétricamente distribuido en el mundo. Cuando las reservas internacionales se agoten, Oriente Medio será la región que podrá seguir bombeando ambas materias primas a los mercados de Europa Occidental, que cada año aumentan su consumo y su dependencia de recursos externos a su territorio. De esta dependencia deriva la necesidad de construir toda una serie de gasoductos y oleoductos que conectan los principales países productores con Europa. Los países exportadores de petróleo y gas pueden llegar a acuerdos para imponer un precio de mercado, sin embargo cuando las potencias compiten por situarse como proveedor de un gigante como la UE los acuerdos puede saltar por los aires y comenzar una guerra de precios, antesala de los conflictos armados.
El precio del gas ha presentado una importante volatilidad a lo largo de este siglo. Al igual que el precio del petróleo, cayó en 2008 y sin haber recuperado los umbrales previos volvió a caer durante el año 2015. Por otro lado, el mercado del gas cuenta con un número bajo de países exportadores. La producción mundial la lidera EEUU con un 21%, aunque su alto consumo le hace dependiente del exterior. Por otro lado, Rusia produce el 18% y tiene uno de sus principales mercados en Europa, al igual que le sucede a Irán (4,7%) y a Qatar (4,6%). Como veremos, la rivalidad entre estas potencias se expresa en la actualidad como un conflicto armado: la guerra de Siria.
Mientras el precio del gas caía aceleradamente en el año 2009 la Unión Europea pactó el gasoducto Catar-Turquía con el presidente sirio Bashar al Assad. Esta canalización uniría el Emirato de Qatar con la UE pasando por Arabia Saudí, Jordania, Siria y Turquía. Este proyecto era una apuesta geoestratégica de EEUU, quien quería priorizar la entrada de gas a Europa vía Catar y Arabia Saudí, para bloquear la entrada desde Irán y reducir el negocio de Rusia.
Sin embargo, Bashar al Assad se negó debido a que este proyecto representaba una amenaza a los intereses de uno de sus principales aliados, Irán así como a los intereses geopolíticos de su socio ruso. Al Assaad junto con esta última potencia diseñó una canalización alternativa, el gasoducto Persa, que tomaría como punto de origen los yacimientos de Irán hasta Turquía, pasando por Siria, para finalmente bifurcarse en dos ramales hacia Europa. Tanto el gasoducto Catar-Turquía como el Persa debían pasar necesariamente por Siria. Hasta el 2011 todo parecía jugar en favor del gasoducto Persa ideado entre Siria y Rusia, sin embargo, surgió la primavera Árabe, y EEUU, Arabia Saudí e Israel comenzaron a financiar los grupos disidentes contra Al Assad, confiando en que la caída del régimen sirio permitiría ahora sí, desarrollar el ansiado proyecto Catar-Turquía.
Pero lejos de resolverse el conflicto en su favor, éste derivó en una guerra que está poniendo patas arriba la geopolítica que resultó tras el final de la Guerra Fría. El desarrollo de uno u otro proyecto tiene importante implicaciones en la geopolítica mundial y el mercado energético. De una manera u otra, Siria condensa un conflicto donde multitud de países -y grupos como ISIS- luchan en una suerte de intereses contrapuestos y variables que evidencian un nuevo tablero de juego global por la apropiación y distribución de los recursos energéticos. Ahora bien, cercenada la vía del acceso desde los productores de Oriente Medio es necesario fijarse en los movimientos de la otra gran potencia productora: Rusia.
La crisis de Ucrania: del gasoducto South Stream al Turco
Rusia es el mayor proveedor de gas de Europa, y hasta ahora empleaba tres vías fundamentales, que en el año 2014 suponían aproximadamente unos 270 millones de metros cúbicos de gas diarios:
- el gasoducto Nord Stream (desde Rusia, pasando por el mar Báltico hasta Alemania),
- el gasoducto Yamal-Europa (a través de Bielorrusia hasta Polonia) y
- la ruta de Ucrania, que se bifurcaba por todo el país.
Los dos primeros concentran aproximadamente el 35%-40% del suministro, Ucrania suponía en torno al 50-55%, “La estrategia energética rusa en el exterior ha tenido siempre como objetivo el mantener y profundizar la dependencia europea respecto al suministro de energía rusa” según afirmó la propia OTAN. Tras el conflicto del gas de Ucrania en el año 2014, Putin decidió que necesitaba reducir la dependencia de esta zona geográfica abriendo nuevas zonas de exportación.
Turquía se ha conformado como la válvula a través de la cual puede circular el gas desde Oriente Medio y Rusia hacia Europa
Las razones de dicho conflicto surgieron cuando PAO Gazprom, la mayor compañía rusa fundada durante el periodo soviético, controlada por el Estado ruso y de carácter privado, aumentó el precio del gas suministrado a Ucrania en un 81%. La Comisión Europea rechazó la política de precios gasísticos de Moscú al considerarla una estrategia de “divide y vencerás”, y reclamó un precio uniforme para el gas ruso en el mercado común energético europeo.
Sin embargo, la Comisión Europea tenía razón. Alemania apoyó las sanciones a Rusia por la política de precios en Ucrania, mientras trataba a la vez de ampliar el caudal de gasoducto que trasladaba la preciada mercancía desde el país ruso hasta el corazón de su territorio (vía North Stream). Por otro lado, países como Italia y Austria comenzaron a tener serios problemas con los precios del gas y los suministros. Italia y Rusia llegaron finalmente a un acuerdo. El país moscovita anunció la creación del South Stream a principios del año 2014, un gasoducto que partiría de Rusia y pasaría por el Mar Negro hasta Bulgaria, evitando así el territorio nacional de Ucrania. Pero una vez más Rusia vio sus expectativas frustradas: las condiciones del UE para la concesión de los contratos, la presión en forma de cabildeo de EEUU a políticos búlgaros así como las represalias de la UE tras la crisis de Ucrania y la toma de Crimea por Rusia dejaron caer en saco roto el diseño del gasoducto South Stream y finalmente anunció en Ankara el fin del desarrollo del South Stream a finales del 2014 apostando desde entonces decididamente por otro nuevo proyecto: el gasoducto Turco.
Este nuevo ingenio para llegar al mercado europeo, conocido como Caudal Turco, pasará bajo el Mar Negro hacia Turquía y llegará a la frontera griega, permitiendo al gas ruso alcanzar los mercados occidentales sin utilizar las actuales líneas de exportación a través de Europa del Este. Por esta razón este proyecto permitiría a Rusia cortar el abastecimiento a vecinos como Ucrania sin necesidad de alterar la venta en países como Italia o Austria.
La guerra de Siria e, incluso, el conflicto de Ucrania, dos de los conflictos que han provocado mayor número de personas muertas, desplazadas y refugiadas en los últimos años, son en gran parte resultado de las fluctuaciones de los intereses de las grandes potencias por la hegemonía en el imperialismo energético.
La península turca está en el centro de un avispero de intereses contrapuestos entre las diferentes potencias mundiales, que le permite ejercer una posición de poder al controlar los suministros energéticos además de los movimientos de gran parte de los refugiados hacia Europa. Unos movimientos forzados resultado de los conflictos cuyo origen puede rastrearse en la construcción de las tres grandes infraestructuras altamente estratégicas antes mencionadas, que tiene el territorio turco como punto de paso obligado: Gasoducto Persa, Gasoducto Cata r- Turquía y el gasoducto Turco. Ahora bien, como hemos visto en el conflicto entre el gasoducto Persa y el de Catar, la geopolítica se antoja tan caprichosa como impredecible, llegando a estar en cuestión incluso el gasoducto Turco sólo un año después del anuncio en Ankara.
Turquía y Rusia: puñaladas por la espalda, golpes de estado y nuevas alianzas
Estamos de nuevo en la guerra de Siria. En el año 2015 Rusia entró de lleno en la guerra y combate al ISIS en la frontera de Turquía con Siria. El 24 de noviembre un misil turco abatió un caza ruso, bajo el argumento de que se había producido una violación de su territorio. Putin consideró el ataque una “puñalada por la espalda”.
Un mes después de estos acontecimientos el Ministro de Defensa ruso denunció que Turquía se estaba beneficiando de la venta ilegal del petróleo que le suministraba el ISIS. Para más inri, unos meses más tarde Turquía firmó el escatológico acuerdocon la Unión Europea para la externalización de las fronteras europeas y el rechazo de los refugiados a cambio de una aceleración del proceso de adhesión de Turquía a la UE.
La guerra de Siria y el conflicto de Ucrania son resultado de las fluctuaciones de los intereses de las grandes potencias por la hegemonía en el imperialismo energético.
En esta inestable confluencia de intereses todo volvió a cambiar cuando se produjo el intento de golpe de Estado en Turquía en julio del 2016. Algunas fuentes señalaron que fue la inteligencia Rusa la que interceptó las comunicaciones de facciones del ejército turco y avisó a Erdoğan de la inminencia del golpe de Estado. Por su parte Erdoğan insinuó que EEUU podría estar detrás del intento golpe de Estado. Esta tesis es apoyada por politólogos como Frederick William Engdah ya que Estados Unidos da asilo a una de las figuras claves de la oposición turca, Fethullah Gülen, un líder acusado de haber conformado una estructura paralela al poder de Erdoğan, que cuenta con miembros de su red en importantes cargos de la administración y las empresas turcas.
Sin embargo el golpe resultó fallido y una vez retomado el poder en Turquía, Erdoğan encarceló a los soldados que derribaron el caza ruso y se reunió con Rusia pidiendo perdón por el incidente. Posteriormente la UE congeló la adhesión de Turquía ante el giro autoritario de Erdoğan pero en este momento el mandatario turco ya había pactado con Putin la reactivación del gasoducto Turco, mientras rearticulaba su relaciones con Rusia e Irán sobre la suerte de Siria en la reunión mantenida a finales de diciembre del 2016, tras la toma de la ciudad Siria de Alepo.
No podemos adelantar si finalmente el proyecto Persa o el gasoducto Turco llegarán a buen término, ahora bien, lo que resulta evidente es cómo la extracción de gas y su canalización producen guerras y desplazados y, ambos flujos, pueden convertirse en dinero dentro de la lógica del imperialismo energético. Turquía se ha conformado como la válvula a través de la cual puede circular el gas desde Oriente Medio y Rusia hacia Europa, dentro de una geopolítica que se transforma aceleradamente y que, no sin esfuerzo, puede ser reconstruida a partir de las demandas energéticas europeas y los movimientos de las potencias mundiales en torno a este mercado. Desde luego resulta paradójico que el suministro de crudo hacia Europa no esté en cuestión y que el viejo continente tenga la capacidad de parecer un actor neutral (algo imposible), un mero espectador o una víctima de un problema que pareciera que escapa a su responsabilidad.
Hay dos conclusiones de este panorama: la primera es que es verdaderamente chocante que la demanda europea de gas y la lucha de las potencias por su abastecimiento esté generando una creciente inestabilidad mundial y que dicha inestabilidad mundial sea esgrimida como uno de los principales motivos para restringir el acceso de los refugiados a Europa. Y la segunda que es verdaderamente hipócrita militarizar las fronteras contra aquellas personas que necesitan acceder a Europa para estar seguras, porque la guerra por el suministro europeo ha bombardeado sus casas y asesinado a sus familias.
*Christian Orgaz: Observatorio del Racismo Institucional (RAIN).
* Genoveva López: El Salmón Contracorriente.
4 Mensajes
14:54
Muy interesante artículo. Lástima que la conclusión sea errónea. No es la demanda europea de gas lo que está creando los conflictos. Existe una demanda, unos países que tienen los recursos y están dispuestos a venderlos, y otros países por los que tienen que transitar esos recursos y que no ponen trabas. Entonces, ¿dónde está el problema? El ÚNICO problema es que al Imperialismo Americano y a sus aliados árabes no les convence la solución propuesta. Entonces, mediante la CIA, el brazo armado de la OTAN, el apoyo de los sumisos lacayos europeos, y mediante el adoctrinamiento masivo social llevado a cabo por los medios, deciden dar un golpe de mano, llenar la región de terrorismo y golpes de Estado, y reventar cualquier alternativa de suministro de gas que no convenga a sus intereses geoestratégicos.
Observo estupefacto cómo Obama el pacifista deja un infierno de mundo lleno de guerras, terrorismo y refugiados, mientras los medios escriben odas al ’presidente humanitario’ y siembran el odio a su sucesor, que puede que sea incluso peor, pero que desde luego aún no ha hecho nada y no es responsable del lamentable estado del mundo.
Los que han leído 1984 estarán ’disfrutando’ del espectáculo, pero el resto son carne de cañón para la maquinaria imperial y su Ministerio de la Verdad.
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08:58
Totalmente de acuerdo con Jesús
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21:25
Conclusiones muy diferentes a las de este otro artículo, muy bien documentado:
https://revolucionsiriasg.wordpress.com/2017/01/11/siria-acabemos-con-esa-historia-de-los-gasoductos/
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17:47
Pues el artículo que tu mencionas, Mario, me ha parecido muy tendencioso, la verdad. Decir que el conflicto sirio se explica por la movilización de la población autóctona y no por i.tereses extranjeros no tiene ninguna veracidad después de escuchar los testimonios de la población sirio que habita en el país, así como de inmigrantes extranjeros ahí afincados, que corroboran todo lo contrario. El artículo, además, ridiculiza cualquier atisbo de si quiera disentir con la interpretación que expone, además de tildar de científicas unas suposiciones basadas en interpretaciones. Seguramente el componente energético no es el único, desde luego, pero la alternativa que propone este otro artículo me parece risible.
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