Rivas Vaciamadrid aplica la doctrina Podemos
Con este título, el medio de prensa económica El Economista, anuncia que el ayuntamiento de la localidad de Rivas, gobernado por Izquierda Unida, ha declarado ilegítimos los intereses (que no la totalidad de la deuda) que provocan el Plan de Pago a Proveedores. Según el periódico, el impago de esta deuda es una medida de Podemos. Supongo que no se habrán molestado en leer la resolución sobre deuda que se aprobó en Podemos y en el que dejan de hablar de impago para hablar de reestructuración, una negociación entre deudor y acreedor para reducir la deuda, ni en la que se habla en ningún momento del Plan de Pago a Proveedores.
Tampoco creo que conozcan el trabajo de la Plataforma de la Auditoría Ciudadana de la Deuda (PACD) y sus logros en auditorías municipales. La PACD lleva ya años exigiendo la auditoría de la deuda para declarar ilegitima la parte que corresponda y por lo tanto no pagarla (sí, hace años, mucho antes de que naciera Podemos).
El plan de pago a proveedores fue una medida adoptada por el gobierno del Partido Popular en 2012 para pagar todas las facturas pendientes de los ayuntamientos mediante un crédito avalado por el gobierno central. El problema es que este gran negocio de préstamos fue regalado a la banca privada, la cual cogió el dinero que el Banco Central Europeo les prestaba al 0,25% para que hicieran “fluir el crédito a familias y pymes” y lo emplearon en prestar a los ayuntamientos a un tipo de interés de entre el 5,5 y el 6%, incluso sabiendo que son préstamos sin riesgo, ya que están avalados por el gobierno central.
La PACD declara como ilegítima la diferencia de intereses entre el precio al que recibe el dinero la banca privada del BCE y el interés que cobra a los ayuntamientos. No quiere impagar el capital pedido en el préstamo, ni el 0,25% de intereses, lo que declara ilegítima es la diferencia hasta el 6%, exactamente lo que pretende hacer Rivas calculando esa diferencia de intereses en 5,3 millones de euros. Tampoco son los primeros que lo han hecho, varios ayuntamientos han presentado mociones para declarar ilegítimos los intereses del Plan de Pago a Proveedores. Por cierto, ninguno de ellos es de Podemos.
La Sareb condona 11,8 millones de euros de deuda a Montebalito
Mucho más abajo de la privilegiada posición que le han dado al titular sobre la deuda y Podemos, casi arrinconada en un lugar que pasa desapercibida, nos encontramos esta noticia. En ella explican que el Sareb, también llamado el “banco malo”, le ha perdonado a una empresa constructora una deuda de 11,8 millones. Resulta que este banco malo, que ha sido utilizado para sanear a la banca comprando todos sus activos tóxicos, está participado en un 45% por el Gobierno, o sea por nosotros. Esto quiere decir que ayer le perdonamos 5,31 millones de euros a una constructora... ¡Vaya! Una cantidad muy parecida a la que declara el ayuntamiento de Rivas como ilegítima y la cual ha desatado la ira de muchos.
Doble rasero
Es muy extraño ver cómo a los que exigimos una auditoría de la deuda y el no pago de la declarada ilegítima, denunciamos un mecanismo tan injusto como el Plan de Pago a Proveedores o simplemente utilizamos el poder ciudadano para repudiar un gasto hecho a nuestras espaldas, somos tachados de locos comunistas, populistas o antisistemas que quieren acabar con el sistema tal y como lo conocemos y un largo etcétera de descalificativos. Pero cuando es una empresa la que no paga una deuda se oyen expresiones como “una solución perfecta para su viabilidad” o “un movimiento necesario para la continuidad de la empresa”.
Es sorprendente que se nos diga que si no pagamos las deuda nos “convertiremos en Argentina”, “sufriremos las consecuencias” o “nadie volverá a confiar en nosotros”, pero si es una empresa la que impaga sus deudas porque no es capaz de hacer frente a ellas se diga: “el acuerdo logrado ahora permite al grupo despejar las principales incertidumbres sobre su viabilidad económica”, como finaliza la noticia sobre el SAREB y Montebalito. Se nos dice que si no pagamos las deudas nunca podremos financiarnos y la prima de riesgo crecerá, pero si una empresa renegocia su deuda su valor en bolsa sube al entender los mercados que su futuro será mejor.
Se ven necesarias las negociaciones de la deuda privada de las empresas para que éstas puedan subsistir y avanzar, pero se ve imposible una auditoría o negociación de una deuda que hace insostenible el estado de bienestar de un país.
Hablo de estos dos ejemplos publicados en el mismo día, pero no creáis que es algo aislado. Las reestructuraciones, condonaciones y pactos entre las grandes empresas y la gran banca son más normales de lo que os podéis imaginar, aunque no lo sabréis ya que no se les dedican los mismos espacios que a las noticias que hablan de auditorías pedidas por la ciudadanía, ni crean el mismo interés que las noticias que sirven para hacer campaña contra Podemos. Las condonaciones de deudas por parte del SAREB o las negociaciones con la Hacienda o la Seguridad Social para pagar (o no) sus deudas son más habituales de lo que pensamos.
Cuando la deuda la tiene que pagar el ciudadano, aunque no la haya causado, es un contrato irrompible. Cuando es una gran empresa la que tiene que pagar, y sobretodo si es el Gobierno (o sea el ciudadano) el que tiene que perdonar, entonces parece ser positivo y aceptable que no se paguen las deudas. Buscando explicaciones sólo encuentro una: la deuda siempre estará en contra del ciudadano. Este sistema capitalista basado en la deuda nunca permitirá que el pueblo se libere de ese yugo, pero hará todo lo posible para que las empresas (sobretodo las grandes) sigan demostrando que el capitalismo es el mejor de los sistemas. Del mismo modo, los medios controlados por esa misma maquinaria no dejarán de demonizar el impago de la deuda ilegítima, porque si la ciudadanía realiza la auditoría comprenderá lo absurdo del sistema.
Un abrazo sin dobles raseros.
El Economista Cabreado.
Si aun no tenéis claro que es la deuda ilegítima os recomiendo leer el artículo "La deuda, un modo de dominar los pueblos" de Xavier Caño.
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